Dos hombres de 24 y 31 años, con antecedentes, han sido detenidos en Santiago por la presunta comisión de ocho delitos de coacciones y estafa, otros tantos de hurto y una tentativa de robo con fuerza. Uno de ellos, informan fuentes policiales, ha quedado en libertad con cargos, y el otro, que actualmente está cumpliendo una pena de prisión, continúa allí después de que se haya dado debida cuenta al juzgado que lleva el caso.
Los acontecimientos se desencadenaron cuando el pasado día 30 de junio una mujer denunció en comisaría el extravío de su libreta bancaria, de la que sacaron cantidades que ascienden a 1.300 euros sin su consentimiento.
Los hechos sucedieron a raíz de la visita de un supuesto empleado de una empresa de suministro eléctrico. Un joven se desplazó al domicilio de la víctima elegida con el fin de cambiar el contador analógico de la luz por uno digital y, bajo la amenaza de cortarle el fluido eléctrico, le pidió la cantidad de 120 euros. Como la víctima en ese momento no disponía de efectivo en su domicilio, acudió a un cajero automático acompañada del falso revisor.
Tales fueron los engaños de este individuo, señalan fuentes policiales, que logró hacerse con la cartilla bancaria y con el número secreto para posteriormente sacar dinero en pequeñas cantidades y en diferentes cajeros de la ciudad, hasta llegar a la cantidad denunciada. En una de las ocasiones, entraron por segunda vez al domicilio de una de sus víctimas cuando ésta no se encontraba allí, y lograron llevarse hasta 20.000 euros.
Con este mismo proceder, este hombre, acompañado de otro, consiguió realizar el mismo engaño en el período de un mes a ocho personas. En varias de las ocasiones, el que acompañaba al falso revisor distraía a las víctimas, mientras el otro entraba a la habitación de la que anteriormente los denunciantes sacaban la cifra de dinero solicitada, para sustraer cantidades importantes por el método del hurto, llevándose un total aproximado de unos 30.000 euros.
Los arrestados se aprovechaban de la avanzada edad de sus víctimas y, sirviéndose de coacciones, como generalmente estas personas se encontraban solas en sus domicilios, acababan logrando su cometido, estafar la mayor cantidad de dinero posible
